No queremos chupete, solo queremos dedo

Actualmente se pueden leer, ver, oír, muchos temas con respecto al uso del chupete; unos que sí, que mejor que lo enganche, que así se calma mejor; otros que no; que como lo natural, no hay nada como el pecho, que luego es difícil quitárselo.

Personalmente a mí, «me vale verga», y es que lo dejo a la elección de mi bichito. Ya que desde el primer momento que lo tuvimos en brazos, intentamos ponerle su chupete y pareció que si le gustaba. Estaba súper gracioso, con esa carita tan pequeña y ese chupete que parecía más grande que él.

Pero fueron pasando los días y empezó a realizar lo que llamamos «el lanzamiento de chupete»; en el cuál, nuestro pequeño gamberro aprovechaba que no le estábamos sujetando el chupete y no le mirábamos para quitárselo de la boca con fuerza mediante lo lanzaba con la lengua.

Extrañados, probamos chupetes de todo tipo; planos, redondos, con forma de pezón, más grandes, más pequeños, de látex, silicona, fisiológicos, anatómicos, efecto piel, blandos, más duros, bendecido por el Papa, untado en mi olor para que le recuerde a mí, uno para gobernarlos a todos… ¡Todos!.

Pero no, el niño no quería ninguno, así que nos dimos por vencidos y no insistimos más, en su defecto el bichito lo que engancho fue su propio dedo. Dedo para dormir, dedo para relajarse, dedo para jugar, dedo para rebozarse por toda la cara, ¡Dedo y más dedo!. Y nosotros tan normal.

Y ahí viene cuando la gente (que por algún casual decide que tiene que preocuparse por las manías de tu hijo, más que tú), empieza a hacer los comentarios de que el niño, no puede engancharse al dedo cada vez que él quiera, que tiene que coger sí o sí un chupete por sus santas narices.

Que no es bueno que se chupe el dedo, que babea más, que le salen más granito, que la manía no se le va a quitar nunca, que eso queda muy feo, que le untemos algo amargo o picante en el dedo para que lo suelte, que le pongamos a presión el chupete, que le agarremos la mano,… etc, etc.

Y entonces miro a mi bichito gamberro, con esa cara de pillo que tiene, saboreando su querido dedo; él, tan ajeno a todo lo que están diciendo de su querido dedo. Actuó como mamá osa que soy, les sonrió a los comentaristas y les digo que si mi niño solo quiere carne y no quiere el plástico guarripondio de los chupetes, que se coma y se «babe» el dedo las veces que haga falta, que cuando sea más mayor si no lo suelta ya le cortaremos el dedo si hace falta.

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