Eres una bendición, pequeño

Todavía recuerdo, hace dos años y pico (como pasa el tiempo), cuando le di a elegir a tu padre entre perro o niño. La estabilidad ya sabéis; vivir juntos, trabajando, con algunos ahorrillos; así que me entraron ganas de ampliar la familia.

Eligió perro; iluso de él, no sabía lo que se le venía encima; un demonio de cuatro patas llamada Maya ( ya es más buena y la queremos mucho).

Pasó el tiempo y cada vez estábamos más agusto y más tranquilos con nuestra pequeña familia, de dos «adultos» y dos perritas. Nos acostumbramos a lo bueno, pasear a las bichas, trabajo, ratos en pareja, salir con los amigos, lo normal(para nosotros).

Y entonces llegó cuando el mundo se paró, y decidiste pequeño mío que era tu momento; el momento de darnos la oportunidad de otro reto en la vida, de trastocar toda nuestra rutina, probarnos como padres (yo nunca he sido mucho de niños, bien lo saben mucha gente).

El embarazo no fue para nada tranquilo (soy un terremoto), no tuve ni tranquilidad en el trabajo, ni en casa, en ningún lado vamos; el parto fue lo que menos agradable ( más traumático imposible).

De pronto cuando el mundo volvió a moverse, nuestro pequeño mundo formado por dos adultos(ahora ya sí) y dos perritas, se paró y se reinició con esa mirada de supervivencia que tuviste al nacer, esa fuerza al agarrarme el dedo, ese llanto (bendito llanto) aclamando que habías llegado.

Y ahora nuestro mundo solo gira entorno a tí; cuando todas las mañanas despiertas sonriendo, cuando me comes a besos de babas, cuando sonríes pícaramente porque te hacen alguna gracia, cuando parloteas creyendo que te entendemos (no entendemos nada de nada).

No sé hijo mío que hemos hecho para merecer te, pienso que estabas ahí escondido esperando a que decidiéramos tenerte para aparecer en nuestras vidas, y como siempre has sabido llegar en el momento adecuado, mi pequeño bichito gamberro.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar